Me pregunto a veces sobre la imposición de los sueños. Qué tan legítimos son nuestros deseos y qué tan independientes son de las expectativas sociales de nuestro entorno.
Creo que estas cuestiones deben pensarse a pesar de que no se logre una conclusión definitiva. Dedicaré esta reflexión específicamente al rol de la psicología en Colombia.
En este país existe una amplia variedad de opciones de especialización en psicología: educativa, clínica, neurológica, cognitiva, jurídica, social, entre otras. Sin embargo, al buscar convocatorias laborales para profesionales de esta disciplina pareciera ser que la única especialización existente en este país es la psicología empresarial, es decir, la de corte administrativo y de gerencia de los recursos humanos.
El psicólogo en este terreno cumple labores puramente administrativas y sujetas a las directrices de la empresa donde trabaja y el contexto legal y laboral del país, como si la mente humana se pudiera reducir a estos dos aspectos.
En Colombia se le ha otorgado un nivel empresarial a la psicología en donde los profesionales cumplen funciones que bien podrían llevar a cabo administradores de empresas o ingenieros industriales.
Hace algunos meses, en conversación con un colega psicólogo, debatíamos sobre el interés del Sena de formar técnicos en recursos humanos para hacer selección de personal incluyendo la aplicación de pruebas psicotécnicas y las entrevistas de trabajo. Él argumentaba que no estaba de acuerdo pues esto perjudicaría laboralmente a muchos psicólogos que verían perdidos o precarizados sus puestos de trabajo por mano de obra mucho más barata (como si ya no estuvieran precarizados por la tercerización laboral, la prestación de servicios o por la ley 100). Pero yo pensaba en otro argumento, a pesar de que reconocía como válida su reflexión: creo que sería una oportunidad para que la psicología en Colombia se despojara de una tarea que nunca le había correspondido y había absorbido por completo otros objetivos de carácter investigativo, educativo y de bienestar clínico, mental y psicoterapéutico que se encuentran hoy segregados en espacios reducidos y exclusivos que no logran una riqueza de aportes como riqueza de psicólogos hay.
Me parece que nos debemos un debate como gremio sobre el rol que estamos desempeñando en este país y lo cooptada que se encuentra nuestra disciplina por una lógica empresarial que en mucho riñe con la lógica del comportamiento y bienestar humanos.
Desde mi punto de vista creo que hasta el momento es un fracaso de la psicología que existan tantas opciones de especialización con pocas oportunidades de llevarlas a cabo. ¿Hasta qué punto las facultades de psicología tienen una responsabilidad en este sentido?, ¿en dónde empieza nuestra responsabilidad académica, social y gremial?
El psicólogo en Colombia ocupa un rol mediocre (no por ello que los colegas lo sean), porque su capacidad de trabajo está reducida a las prioridades organizacionales de eficiencia, eficacia y efectividad, como se enseña en escuelas de emprendimiento empresarial y como si los objetivos de la psicología tuvieran que ceñirse a la lógica de mercado. Por el contrario, hacen falta espacios fértiles para el aporte en otras áreas como la economía o el derecho que aguardan a que los profesionales de la mente les den pistas y aportes para un mejor desempeño en sus respectivas áreas.
La psicología es una disciplina que ha descrito desde hace años la creatividad, las inteligencias múltiples y el bienestar humano, pero estos nortes parecen desplazados por objetivos empresariales. Abrí esta nota con una reflexión sobre la legitimidad de nuestros sueños o deseos. ¿Serán acaso los objetivos que nos dictan las empresas y las funciones que le asignan a la psicología los mismos por los que alguna vez decidimos entrar a estudiar la mente humana? Sería la primera pregunta con la que abriría un debate en esta materia.