El capítulo oscuro de la vida de Diomedes Díaz

El capítulo oscuro de la vida de Diomedes Díaz

La muerte de la joven Doris Adriana Niño en medio de una mezcla de sexo, alcohol y drogas hizo que nunca más recuperara su esplendor. Esta es la historia

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enero 13, 2015
El capítulo oscuro de la vida de Diomedes Díaz

La muerte de Doris Adriana Niño marcó para siempre la vida de Diomedes Díaz, quien no solo fue condenado por ese hecho, sino nunca más recuperaría su esplendor como máximo referente de la música vallenata. El capítulo de libro "Diomedes Díaz, vivir más no pude" del periodista Óscar Montes, que se ocupa del tema, se basa exclusivamente en testimonios y pruebas que constan en el expediente. LAS2ORILLAS reproduce apartes del mismo.

Esa mañana del sábado 4 de octubre de 1997, Diomedes Dionisio Díaz Maestre compareció por primera vez ante el fiscal Julio César Martínez, en la sede del organismo investigador ubicada en el tradicional barrio Teusaquillo, en Bogotá, quien tenía a su cargo esclarecer la muerte de Doris Adriana Niño García, amiga y admiradora del cantante. Vestía un bluyín, botas negras y una camisa a rayas rojas y azules, abierta hasta el pecho que dejaba ver la medalla de oro macizo con la imagen de la Virgen del Carmen. Eran las diez y cuarenta y cinco minutos. Al entrar al recinto esbozó una sonrisa nerviosa que dejó ver el diamante incrustado en su canino superior izquierdo.

El Cacique de La Junta había sido capturado el día anterior en el aeropuerto de Bogotá, por funcionarios del CTI de la Fiscalía General, quienes de inmediato lo trasladaron ante la unidad judicial, donde pasó la noche en un cuartico estrecho y en una cama sencilla, cuyo duro colchón apenas sirvió para aliviarle un poco el dolor de espalda que lo venía aquejando desde hacía algún tiempo. Las autoridades lo señalaban de su presunta participación en la muerte de Doris Adriana, de apenas veintidós años, ocurrida entre la noche del 14 y la madrugada del 15 de mayo de 1997 y por la cual su familia exigía no solo la aclaración de los hechos, sino el pago de una multimillonaria indemnización por parte del artista.

Diomedes afirmó ante el fiscal Martínez que lo último que supo de Doris Adriana Niño fue que el 14 de mayo ella había asistido a una reunión privada que él celebró en el apartamento que la disquera le había asignado en el norte de Bogotá. Contó que ese viernes 14 de mayo, Doris Adriana lo había llamado tres veces al apartamento, pero que no pudo hablar con ella porque se encontraba grabando su último disco, que debería salir al mercado el 26 de mayo, día de su cumpleaños, como era ya tradicional. Declaró que quien recibió las llamadas fue Luz Consuelo Martínez, amiga de él y de Doris Adriana y que fue ella quien le dio el recado de las llamadas.

Declaró que Luz Consuelo estaba esperando un hijo suyo, y que una vez ella le dio la razón sobre las llamadas de Doris Adriana, la llamó de inmediato. Doris Adriana le manifestó que se encontraba pasando una difícil situación económica, puesto que un negocio de computadores que había montado con un amigo se había quebrado. Afirmó que la invitó al apartamento para que hablaran personalmente del asunto, pero que ella, al vivir en el municipio de Soacha —lejos del apartamento del artista— había rechazado la invitación. Diomedes narró ante el fiscal que había ordenado entonces a sus escoltas que fueran por ella y que Doris Adriana había llegado a eso de la medianoche.

Según el relato de Diomedes, Doris Adriana departió con la pareja durante algún tiempo, pero que al enterarse del estado de embarazo de Luz Consuelo, se puso furiosa y se fue del apartamento. Expresó que apenas tuvo tiempo de ordenarle a su escolta que la acompañara a tomar un taxi.

El fiscal le preguntó que si en ese lapso había tenido relaciones sexuales con Doris Adriana y que si había consumido cocaína. Sobre la primera pregunta, el cantante reconoció que sí —“una solita vez, en la alfombra”— y sobre la segunda afirmó que, aunque se encontraba bastante tomado, estaba seguro de no haberlo hecho, por tres razones: “Primero, porque en grabación no consumo ningún tipo de sustancias alucinógenas, porque hay un control en los estudios. Segundo, por el bien del trabajo que estoy realizando y tercero, si hubiera estado consumiendo, le hubiera recibido a Doris Adriana, entonces no lo hice”.

En su relato ante el fiscal Martínez, Diomedes manifestó que, mientras departió con Doris Adriana, ella mantuvo en su poder “el papelito donde estaba la cosa”, pero aclaro que ella no acostumbraba a cargar cantidades “de eso, ni yo le daba”. “Ni le decía que trajera tampoco —continuó— porque nuestro interés no era ese. Repito: era de charlar un rato, hacer el amor y ser felices. Yo estaba bastante ‘traguiado’ y por ociosidad, por molestar, nos daba por ingerir un poquito, pero no era nuestro interés pasarnos metiendo droga”.

Pero lo más duro del interrogatorio por parte del fiscal Martínez, estaba por llegar, ante un Diomedes que lucía cada vez más nervioso:

“De acuerdo con exámenes científicos, se estableció que el deceso o muerte de Doris Adriana se produjo en horas durante las cuales ellas se encontraba en su apartamento, situación que lo compromete. ¿Qué explicación puede dar al respecto?”

“No se murió allá —respondió Diomedes—. Yo la vi salir con mis propios ojos. Yo no he cometido esas atrocidades. Por lo tanto sostengo que no fue así, ni llegué a imaginar que pudiera suceder eso, tampoco, porque en el tiempo que tenía de haberla conocido, no le conocí malas costumbres. Lo contrario, era una niña calmada y hablaba solamente lo que se trataba en el momento. Pero, repito, allá no se murió, o delante de mí no se murió. Allá, nunca”, declaración que consta en el expediente.

Ante la respuesta poco convincente del artista, el fiscal Martínez fue mucho más incisivo en su interrogatorio.

“De acuerdo con el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de esta ciudad —dijo— es imposible que Doris Adriana Niño García hubiera podido salir del apartamento que usted ocupara aquella madrugada del 15 de mayo por sus propios medios, dada la sobredosis de cocaína y los signos de violencia corporal y sexual que presentaba. ¿Qué nos puede decir al
respecto?”.

“Primero —respondió Diomedes— que la cantidad de cocaína que ella ingirió no era lo suficiente para provocarle la muerte, según se dice. Segundo, que yo la vi salir a ella perfectamente del apartamento, y tercero, que ella tomó el taxi, según Mauricio.

Yo no me di cuenta de más nada”.

Mauricio es el escolta que estaba con Diomedes la fatídica noche, a quien el cantante le había dado la orden de acompañar a Doris Adriana a tomar el taxi.

El fiscal le preguntó, entonces, al Cacique de La Junta que por qué razón la había enviado en un taxi y no en su carro, como procedió cuando mandó por ella a su residencia en Soacha.

“Doctor, esa fue mi intención desde un principio, pero como le digo, ella no quiso. Primero, que estaba malhumorada, segundo, que no iba para la casa, porque tenía una cita. Pero mi intención fue llamar a un taxi para que la llevara al sitio donde la recogió, al sitio donde iba. Y ella, tal vez desesperada, y yo, bastante ‘traguiado’, no le seguí insistiendo. (…)”. Esa es una de las respuestas de Diomedes Díaz, que consta en el expediente por la muerte de Doris Adriana Niño.

Durante el largo interrogatorio, el fiscal le pregunta al cantante por qué razón se refiere a Doris Adriana como consumidora de droga, si “el Instituto de Medicina Legal y varios testigos, descartan a Doris Adriana Niño como consumidora habitual de alucinógenos”.

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El periodista Óscar Montes escribió un polémico libro publicado por la editorial Planeta, titulado "Vivir más no pude, historia íntima de sus excesos."

“Yo duré aproximadamente dos años con ella, no más. Yo no estoy diciendo que ella lo hacía diariamente. Estoy diciendo que las veces que nos reuníamos no era solamente para consumir droga, sino que lo hacíamos ocasionalmente”, fue la respuesta del artista, quien, además, reiteró en varias oportunidades que no era adicto a las drogas: “A veces lo hago en las presentaciones por insistencia del amigo o cualquier circunstancia. Pero de cargar yo mi dosis personal, porque me haga falta, no”.

En el interrogatorio el fiscal Martínez hace referencia, además, al testimonio de tres campesinos de la vereda San Onofre, municipio de Cómbita, Boyacá, quienes presenciaron, en la madrugada del 15 de mayo de 1997, cuando fue arrojado el cadáver de Doris Adriana Niño, desde un vehículo cuyas características eran muy parecidas al usado por uno de los escoltas de Diomedes. Sobre ese particular, el artista insistió en que “Doris Adriana salió del apartamento y fue acompañada por el señor Mauricio, por órdenes mías, a tomar el taxi. Yo no sé nada más”.

Al final del interrogatorio, el fiscal Martínez le insiste a Diomedes en que si Doris Adriana salió de su apartamento en Bogotá, entre las cuatro y las cinco de la madrugada en buen estado de salud, por qué razón el jefe de la división de criminalística del CTI de la Fiscalía General, concluyó —de acuerdo con algunos fenómenos cadavéricos que presentaba el cuerpo de Doris Adriana— que su muerte pudo ocurrir entre las 00:00 horas y las 5:00 horas del
15 de mayo. “Yo no me explicó por qué, si yo la vi a ella salir en perfecto estado, aproximadamente a las cuatro y cinco de la mañana, como lo dijeron esos señores que la vieron salir o que la acompañaron. De haberse muerto a las 00:00 horas, habría que haber llegado muerta al apartamento, porque ella llegó entre las doce y la una de la madrugada”.

La muerte de Doris Adriana Niño marcó para siempre la vida de Diomedes Díaz. Cinco meses después de haber sido detenido en el aeropuerto Eldorado de Bogotá fue llamado a juicio por su presunta responsabilidad en el delito de homicidio culposo, pero la jueza 46 Penal del Circuito de Bogotá modificó el cargo por el de “homicidio preterintencional”.

El 11 de agosto de 2000, la jueza 46 Penal de Circuito de Bogotá libró orden de captura contra Diomedes Díaz, quien en ese momento disfrutaba del beneficio de detención domiciliaria, debido a quebrantos de salud relacionados con el padecimiento del síndrome de Guillain-Barré, trastorno en el que el sistema inmunológico del cuerpo ataca al sistema nervioso periférico, comprometiendo la motricidad del paciente.

La funcionaria judicial consideró que Diomedes utilizó la fuerza contra Doris Adriana, intentando controlarla o acallarla, le tapó la nariz y la boca con su mano, lo que le ocasionó la muerte por asfixia. Para ello se basó en el dictamen definitivo de Medicina Legal, según el cual la muerte de Doris Adriana se produjo por “asfixia mecánica”.

La jueza consideró, además, que Diomedes era consciente de que con esa acción iba a causarle daño a Doris Adriana, pero que no tenía la intención de asesinarla. En el fallo también encontró méritos para condenar a Luz Consuelo Martínez, amiga del cantante, quien se convertiría tiempo después en su compañera permanente hasta el día de su muerte. También fueron condenados Héctor Mauricio Botía y Oswaldo Álvarez Rueda, escoltas de Diomedes. Todos por el delito de encubrimiento, pues, según la jueza, todos ellos conocieron las circunstancias en que murió Doris Adriana Niño, pero ocultaron la verdad para favorecer al artista.

A raíz del mandato judicial, el Cacique de La Junta decide huir de las autoridades y asume la condición de prófugo de la justicia. Durante su ausencia, la jueza 46 Penal del Circuito de Bogotá lo condena en primera instancia a doce años y cinco meses de prisión. Poco tiempo después la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá le rebajó la pena a seis años, indicando que Diomedes Díaz no incurrió en homicidio, ya que la muerte de Doris Adriana ocurrió de manera culposa, es decir que el cantante no tuvo la intención de asesinar a la joven. Además, el alto tribunal ordenó el pago de cien millones de pesos por daños morales y treinta y cinco millones de pesos por daños materiales a la familia Niño García.

El 27 de septiembre de 2002, acompañado de un buen número de sus fanáticos que gritaban su inocencia, Diomedes se entregó a las autoridades de la cárcel de máxima seguridad de Valledupar, con el fin de pagar la pena impuesta en segunda instancia. Luego de presentarse, quedó reseñado con el número 307000988.

Después de haber pagado tres años y siete meses de prisión, Diomedes Dionisio Díaz Maestre fue dejado en libertad condicional por orden del Juzgado Segundo de Ejecución de Penas de Valledupar, al considerar que había cumplido con el requisito de haber pagado las tres quintas partes de la pena impuesta, así como el de haber tenido un buen comportamiento en su lugar de reclusión.

Una vez en libertad, después de recorrer por varias horas las calles de Valledupar en una caravana interminable de carros y motos cuyos ocupantes vitoreaban su nombre, como si estuvieran asistiendo al lanzamiento de uno de sus discos y no al regreso a la libertad de su ídolo, después de pagar una pena por la muerte de una de sus amigas y seguidoras, el cantante llegó a su residencia, ubicada en el barrio Los Ángeles, de la capital del Cesar. Ya libre, a partir de ese momento el Cacique de La Junta se dispuso afanosamente a tratar de limpiar su nombre, alegando una y otra vez que no mató a Doris Adriana y el mismo día de su libertad anunció que buscaría a la familia de ella para aclarar todo lo sucedido, encuentro que jamás se produjo.

Mientras tanto, la Vieja Vila, su mamá, que padeció en silencio la desgracia de tener un hijo prófugo y luego preso, al conocer la noticia de su libertad, declaró emocionada: “Estoy muy contenta porque ‘Diome’ regresa a su casa. Ya mismo voy a prepararle la comida que a él le gusta: arroz con fideo, carne molida, patacones, yuca, arroz de asadura, gallina criolla, conejo, chivo”.

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