En un artículo anterior planteé como el bachillerato completo (cursos 10 y 11) en sus diversas modalidades, académica, técnica y tecnológica es el umbral educativo para lograr que una persona quede movilizada cognitivamente para poder operar en una sociedad moderna y cómo ciudadano “no coma cuento” (disminuya Fenoval). Entremos ahora a analizar cuál es la situación actual del cubrimiento de tal educación media en Colombia, cómo ha evolucionado, su avance, los retos que cada uno plantean y las formulaciones que se comienzan a dibujar en el plan de desarrollo 2015-2018. Los debates en educación, por el énfasis en la lamentable calidad de ella, comienzan a celebrar, no sin motivo, los avances en el cubrimiento que se ha hecho en las últimas décadas. Efectivamente, el número de colombianos mayores de 20 años con bachillerato ha crecido de siete millones en 1999 (31 %) a 13,5 en el 2013 (47 %). Sin embargo, y aquí está la trampa de la marginalidad, la cifra de los que no tiene bachillerato completo es prácticamente idéntica: 15.640 millones en 1999, 15.345 millones en el 2013 (Cálculos Cifras y Conceptos sobre Encuesta Continua de Hogares). Si utilizamos la disminución anual del 2010-2014 nos tomaría más de doscientos años llegar a que todos los colombianos fuéramos bachilleres.
Claramente el esfuerzo en este punto concreto ha sido insuficiente, especialmente cuando en el primer cuatrienio Santos el avance en cubrimiento bruto fue absolutamente nulo: se paso de 77,47 % a 78,21 %; el número de jóvenes por fuera del sistema (2010- 2013) tan solo disminuyó en 8.000 personas. ¡Fatal! Igualmente fatal que se hubieran tenido que corregir 560.000 registros con los cuales los departamentos defraudaron a la Nación, solicitando transferencias por matriculados fantasmas.
La universalidad del bachillerato es una meta que los Tigres Asiáticos en buena medida alcanzaron en la década de los noventa y ahora hablan es de educación superior para competir globalmente. En ellos los gobiernos concentraron el 80 % de su inversión en la educación hasta el curso 11 y el resto en educación postsecundaria. Con ello se creó una demanda gigantesca sobre la educación superior, cuyo acceso se lograba con base en una competencia meritocrática entre todos los mejores. Todos podían competir basados en su talento y nadie era excluido de competir por no ser bachiller. Ojo: el cubrimiento universal del bachillerato tiene un impacto semejante a la educación de primera infancia para la creación de igualdad de oportunidades.
¿Cuál sería un reto razonable en este cuatrienio 2014-2018 para el cubrimiento bruto en educación media? Podríamos fijarnos la de Chile, un referente latinoamericano con los países de la OECD, que tiene una tasa de 85%, que una vez lograda permitiría darle un tarascazo adicional en el 2018-2022 y así lograr el cubrimiento universal. Sin embargo, estas metas se presentan como compromisos de recursos que entrarían a competir con otras metas en educación más visibles. Los cálculos que hicimos para los debates en la Comisión Sexta del Senado arrojan que efectivamente el esfuerzo habría que hacerlo 2014-2022 (¿Colombia la más educada?) pasando de 2,5 billones de pesos a 4,1, una tasa de crecimiento de 5,3 % incluida una inflación del 3 %. El titubeo en asumir agresivamente este cubrimiento implica cerca de un millón adicional de jóvenes condenados a la marginalidad en el cuatrienio.
Ahora bien, este reto tiene complicaciones adicionales que frecuentemente se utilizan para justificar la pereza estatal en este sentido, y asumir lo más fácil. En primer lugar, el déficit de cobertura es sobre todo en el campo. Según el Ministerio de Educación (MEN), 2010, el número de faltantes netos en el campo son 269.000 (76 %) y en las ciudades 112.000. Dado que la población rural es el 15 % del total, la discriminación contra el campo es cinco veces mayor. No en vano tenemos un sector agrícola atrasado. Su fuerza laboral no logra incorporar la innovación por que no han alcanzado el umbral de la movilización cognoscitiva. ¡Todavía andamos hablando de escuelitas cuando deberíamos estar es hablando de colegios para el campo! Y hablamos de proceso de Paz en el campo… Por otro lado está la tasa de deserción que se acelera notablemente al terminar la primaria, con razones muy distintas según el departamento.
Asumir la responsabilidad de crear un cubrimiento universal en educación media requiere de un enfoque regional muy focalizado. ¿Puede el MEN asumirlo? Lo dudo. Porque se enfrenta a un problema medular del estado colombiano a la hora de implementar políticas: ¿Puede un estado, articulado a base de clientelismo y corrupción resolver estos problemas cuando las secretarías de educación son el botín político por excelencia, no para resolver los problemas de la educación sino para que quien las usufructúa pueda reproducirse electoralmente sin tener que rendirle cuentas a nadie? ¿Tendremos que esperar doscientos años para ver si esto se resuelve? ¿Lo veremos nosotros? ¿Lo verán nuestros hijos? De todos modos, por lo poco que conozco del cubrimiento en la media según se menciona en las bases del plan de desarrollo, pasar de 45,5 % al 50 % en la cobertura media (jóvenes de 15 y16 años) en el cuatrienio, es irresponsablemente insuficiente. Si ese es el objetivo podemos colegir que el resultado será aún peor.