Democracia y Thymos

Democracia y Thymos

Por: Antonio Acevedo Linares
febrero 11, 2014
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Democracia y Thymos
Imagen Nota Ciudadana

La legitimidad de la democracia liberal como realización política que propicia el fin de la historia y la lucha por el reconocimiento o thymos como motor de la historia, son las dos principales tesis ideológicas que argumenta Francis Fukuyama en su filosofía política de la historia.1 La historia, pensada desde la perspectiva hegeliana, es entendida por Fukuyama como una sucesión convencional de acontecimientos en un proceso " único, evolutivo, y coherente”,e igualmente desde la perspectiva hegeliana, fundamenta la historia sobre la base de la lucha por el reconocimiento o thymos, en tanto que el hombre quiere que se le reconozca como ser humano en razón de que es un individuo que tiene " valor " y " dignidad " que hace que los hombres arriesguen su propia vida en una lucha por alcanzar el prestigio.

El fin de la historia la argumenta Fukuyama en la realización política de la democracia liberal en tanto que sería el último estadio de desarrollo político-económico-social que ha alcanzado la sociedad como "punto final de la evolución ideológica de la humanidad”. Ahora bien, la interpretación no materialista de la historia en la lucha por el reconocimiento en que se fundamenta Fukuyama, parte de la visión hegeliana del " primer hombre”. El hombre no sólo desea que se le reconozca como hombre sino que además sea reconocido por otros hombres porque el hombre posee una facultad que le es inherente a su condición humana como es la capacidad de arriesgar su propia vida. El hombre arriesga su vida porque quiere ser reconocido por los otros hombres generando así un violento combate a muerte por alcanzar el prestigio. Al arriesgar su vida el hombre se prueba así mismo de que es capaz de vencer su instinto más humano y natural como es el de conservar la vida. La lucha por el reconocimiento lleva al hombre a entablar un combate por el prestigio y ser reconocido como un ser auténticamente humano con capacidad de arriesgar su propia vida y definirse como un hombre libre humanamente con dignidad. El hombre busca su reconocimiento sobre la base del respeto porque se sabe poseedor de valor y tiene una dignidad en la que descansa su condición humana. La lucha por el reconocimiento es entonces el primer acto humano que el hombre realiza por la búsqueda de la libertad y su realización humana, trascendiendo su estado animal en estado humano para recobrarse así mismo en su propia condición de hombre.

El hombre convertido en un ser " para sí " que se ha apropiado que si mismo para realizar su condición humana con dignidad y respeto sobre la base de reconocimiento que como instinto natural determina su accionar humano. Fukuyama teoriza siguiendo a Hegel, que la voluntad del hombre que tiene para arriesgar su vida por el sólo prestigio es lo que hace al hombre más hombre y más humano sobre la que subyace la esencia de la libertad humana. En Hegel, el primer hombre desea ser reconocido por el otro en su condición humana libertad y respeto. En Locke, el primer hombre acepta la sociedad civil con el propósito de proteger sus bienes y propiedades que detenta su estado de naturaleza con el objeto de acrecentar sin restricciones otros bienes y propiedades. En Hobbes, el primer hombre en el estado de naturaleza lucha por el reconocimiento pero su deseo de reconocimiento es subordinado por la educación al deseo de conservar la vida y al deseo de disponer de una vida plena de comodidades. La lucha por el reconocimiento es el motor fundamental que mueve el " proceso dialéctico de la historia”. La dimensión humana y moral que posee el hombre le hace pensar a Hegel y con él a Fukuyama, que la historia es el resultado de ese deseo del hombre por su reconocimiento. He aquí un reconocimiento de Hegel a la " dimensión moral " del hombre del que carece la concepción de la sociedad en Hobbes y Locke. El deseo de reconocimiento, piensa Fukuyama, es fundamentalmente " la parte de la personalidad humana más específicamente política " en la medida en que es la que impulsa a que el hombre se afirme así mismo en superioridad sobre los demás. El thymos es la parte de la esencia humana del hombre que está en la naturaleza humana en el sentido de que los individuos de manera innata creen que tienen un valor en sí mismos por su propia condición humana y es lo que induce al hombre a buscar el reconocimiento de los demás. En este punto argumenta una diferencia entre “thymos platónico " y " deseo de reconocimiento hegeliano “. En tanto que el " thymos " es la " parte del alma que da valor a los objetos " y el " deseo de reconocimiento " es una " actividad del thymos que exige que otra conciencia comparta la misma valoración”. Fukuyama ve en el thymos una fuente de " valor, espiritualidad y cierto rechazo de los compromisos morales”. Los hombres necesitan ser reconocidos y valorados en su dignidad porque es un deseo humano innato que está en relación con la valoración que el hombre tiene de si mismo y de la valoración que los demás tienen sobre él. Ello contribuye a la afirmación de su propio valor como ser humano, como persona, como ser moral y como ser libre. El hombre adquiere capacidad para valorarse así mismo y capacidad para valorar a los demás. El thymos hace que la esclavitud o la humillación de un hombre en cualquier parte, cause ira o indignación porque no se reconoce al individuo como ser humano.

Son estas manifestaciones del thymos, argumenta Fukuyama, las que están en el fondo del sentimiento humano. La fuente originaria del thymos la encuentra en Platón que se refería a "thymos " o " espiritualidad " que significa " ánimo " o " coraje”. El hombre tiene necesidad de darle valor a las cosas, así mismo, y a los demás hombres, de darle valor a las acciones humanas y a todas las cosas a su alrededor. En esa parte de la personalidad humana, argumenta Fukuyama, radica la emoción de "orgullo, ira y vergüenza”. Fukuyama señala que hay dos manifestaciones del deseo de reconocimiento que contribuyen a " comprender la transición histórica a la modernidad ", como lo es la “megalothymia;” que es el deseo de ser reconocido superior a otros,” y la " isothymia;” que es el deseo de ser reconocido como igual a los demás.

Ahora bien, en Fukuyama el final de la historia se realiza con el establecimiento de la democracia liberal. Argumenta Fukuyama que la democracia liberal ha derrotado políticamente a los sistemas políticos adversarios que ha habido en el transcurso de la historia como el fascismo y el comunismo. Asimismo argumenta que los principios de " igualdad " y “libertad " en que descansa la democracia liberal le hacen tener fuertes ventajas con respecto a los demás sistemas políticos que durante el siglo veinte han pasado por la memoria de la historia. Los valores de la tradición y los valores que se han heredado son factores determinantes en Fukuyama para que el hombre contemporáneo se incline por la democracia liberal. El esfuerzo del hombre por construir una “historia universal " crearon dos procesos históricos simultáneos conducidos por la " ciencia natural moderna y la lógica del deseo " y el otro conducido por la " lucha por el reconocimiento " que condujeron al establecimiento de la " democracia liberal capitalista”

Con J.K.Revel, piensa Fukuyama, que la " mayor debilidad de la democracia " es la de enfrentarse a la defensa de la tiranías y los totalitarismos. Señala igualmente las "contradicciones " en que vive inmersa la democracia liberal contemporánea y considera que los " desafíos a la democracia " no han terminado con el derrumbamiento del comunismo en Europa del Este y, que es posible que algún día la democracia liberal pueda ocurrirle el mismo destino en suerte de estos países comunistas. Con Kojeve piensa asimismo Fukuyama, que la " humanidad ha alcanzado ya el fin de la historia " en tanto que ese deseo de reconocimiento ha sido alcanzado ya por el hombre de la democracia liberal. El “estado universal y homogéneo " que consolida el deseo de reconocimiento " satisface plenamente " ese deseo humano. El hombre lucha por el reconocimiento tanto como por la satisfacción del deseo y lo obtenía con el " estado universal y homogéneo " porque le otorgaba derechos, reflexiona Fukuyama siguiendo a Hegel.

La racionalidad en la que descansa la democracia hace que el hombre realice sus deseos de reconocimiento aunque no faltan los críticos a la sociedad liberal desde diferentes posiciones ideológicas, de izquierda como de derecha. La crítica de la izquierda liberal sostiene que en las sociedades liberales el reconocimiento " universal y recíproco " sigue sin satisfacer. Las desigualdades económicas que genera la sociedad del capitalismo determinan un “reconocimiento desigual ". La crítica de la derecha liberal sostiene que la cuestión no es la precaria “universalización de reconocimiento " sino la " meta misma de reconocimiento universal ". Fukuyama divide las desigualdades sociales en dos categorías, a saber: las que se atribuyen a las "convenciones humanas" y a las que se atribuyen a la " naturaleza o la necesidad natural”. En la desigualdad social de las " convenciones humanas " se encuentra los obstáculos legales a la igualdad como lo son la " división de la sociedad en clases cerradas, el apartheid y la cultura. En la desigualdad social que son atribuibles a la “necesidad natural " se encuentra los obstáculos naturales a la igualdad como lo son la " desigual distribución en la población de las capacidades o atributos naturales".

La sociedad liberal, argumenta Fukuyama, está en perspectiva de eliminar las fuentes convencionales de la desigualdad y además que el desarrollo de la economía capitalista se inclina por su propio desarrollo a eliminar los obstáculos convencionales y culturales a la igualdad. En síntesis, la democracia liberal en Fukuyama es la realización de la naturaleza humana, la conquista de la libertad y la igualdad y el fin de la historia en tanto que el hombre ha realizado en esa sociedad su plan racional de vida, su anhelo de reconocimiento thymotico y su dignidad. Fukuyama introduce con su tesis ideológica en el análisis teórico de la filosofía política contemporánea una nueva interpretación no materialista de la historia cuándo afirma que el thymos es el motor de la historia. Fukuyama va hasta el fondo de la psicología humana descubriendo que el thymos o el deseo de reconocimiento, es un deseo humano (natural) que subyace en la naturaleza humana que hace mover la historia en tanto que el hombre anhela su reconocimiento. Marx veía en la lucha de clases el motor de la historia que hacía que el hombre luchara por liberarse de la explotación y de la dominación de los hombres por los hombres. La filosofía política contemporánea se enriquece con esta nueva tesis político -ideológica de Fukuyama, que aunque radicalmente opuesta a la tradicional tesis materialista de la historia, en tanto que establece una ruptura epistemológica, inaugura una nueva interpretación no materialista de la historia.

La sociedad humana es igualmente conflictiva como lo es la naturaleza humana. En la visión de Fukuyama de la democracia liberal como fin de la historia, está tesis ideológica es la tesis más temeraria. La democracia liberal en Occidente no ha resuelto sus más agudas y profundas contradicciones. El hombre de la democracia liberal es un hombre fragmentado, mutilado, alienado por las ideologías de consumo que no le han permitido apropiarse de sí mismo y realizar humanamente su naturaleza. La democracia liberal no ha resuelto las necesidades más elementales y básicas del ser humano. Es más. La democracia liberal niega la posibilidad de que el hombre se realice como un ser humano pleno en la medida que todas sus necesidades humanas están determinadas por la sola necesidad de dinero y está sola necesidad lo aliena en su condición humana. La democracia liberal no ha resuelto su más inhumana contradicción de la sociedad del capital, como lo es la producción social y la apropiación privada (Marx) y en esa perspectiva, el deseo de reconocimiento o thymos del hombre de la democracia liberal sigue en pie de convertirse en el primer hombre. La democracia liberal no es sino una más de las formas de sociedad que habrán pasado por la historia de la humanidad. La democracia liberal realmente existente no es la visión de la democracia liberal en Fukuyama.

El fin de la historia que concibe la democracia liberal como el último estadio del proceso histórico no da la posibilidad de pensar la utopía y el hombre tiene necesidad de crear una sociedad de la utopía. Una sociedad que no crea una sociedad de la utopía en prospectiva es una sociedad que está condenada a los más atroces dogmatismos y a una dictadura de la vida. La historia no puede concebirse en esa visión teleológica que ha de llevarnos a una supuesta "tierra prometida " donde todo desde el comienzo estuvo predestinado a concluir en una determinada forma de orden social, llámese democracia liberal o comunismo. Los sistemas sociales son históricos, contingentes y evolucionan y sufren procesos de transición. La democracia liberal no es un destino del hombre. Ningún sistema social lo es. Los sistemas sociales surgen o se derrumban por sus propias contradicciones.

Fukuyama es un ideólogo del neoliberalismo y en esa perspectiva sus limitaciones ideológicas no le permiten pensar la historia más allá de la democracia liberal. El proyecto político de sociedad está pensado en defensa de los intereses de la política y/o el capital norteamericano, y sus aliados en todo el mundo occidental. No es gratuito que Fukuyama haya sido director adjunto de planificación política en el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Su tesis ideológica es un programa político destinado a legitimar la democracia liberal porque al legitimarla, está legitimando los valores y la cultura del denominado " mundo libre " de Occidente. El " sueño americano " de la sociedad. La historia no termina con el comunismo como lo pensó Marx, ni con la democracia liberal, como la piensa Fukuyama. La historia es infinita. La historia continúa.

BIBLIOGRAFIA

1) El fin de la historia y el último hombre. Planeta, 1992.

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