La educación en Colombia se divide en tres niveles, primaria, secundaria y terciaria, como en casi todos los países del mundo. Aunque los niveles de cobertura han crecido en los últimos años para la educación básica primaria y secundaria, la cobertura a nivel de educación terciaria se estanca, menos del 20% de quienes egresan de la media secundaria acceden a la universidad. Aunque un análisis complejo del sistema colombiano excede la intención de este escrito, emitiré ideas sobre la educación básica secundaria y media en Colombia.
La educación media en Colombia concentra la mayor parte de la cobertura en instituciones de educación públicas, pero la educación de calidad se concentra en la educación privada, especialmente la de estratos altos. Solo el 1% de los colegios públicos en Colombia es de nivel muy superior, mientras que el 16% de los colegios privados están en esta categoría (Parody, 2014). Entre los factores que inciden en el rendimiento está el hacinamiento, falta de docentes, infraestructura deficiente, carencia de laboratorios, ayudas educativas, bibliotecas, acceso a las TIC, entre otras.
Con casi la mitad de la población pobre, los colombianos se educan en el sistema público, que está plagado de deficiencias de servicio, y también arrastra profundos lastres sociales. Jovenes sin padres, con problemas de drogadicción, prostitución, pandillas, consumo de licor, y delincuencia, son parte del ramillete de problemas que confluyen al aula de clases. Estas condiciones de entrada, sumado a las falencias propias del sistema hacen que la educación en Colombia no sea determinante como factor de movilidad social en comparación con otros países. La escuela hoy día reproduce todos los males sociales, contrario a lo que debería ser su función: erradicarlos.
Para mejorar la educación en el país es necesario concertar una política seria, coherente, de largo plazo, participativa, y que parta de realidades propias de la escuela y su contexto, y no del ideal al que aspiramos. No es lógico pretender que niños en condiciones de vulnerabilidad, en contextos adversos al esfuerzo, carente de valores, encuentren en la escuela un atractivo para cambiar su realidad.
La educación hoy esta mediada por el efectismo y la necesidad de trasmitirle al estudiante porciones crecientes de conocimientos en todas las asignaturas. A pesar que las áreas de formación se ampliaron paulatinamente durante las dos últimas décadas - hoy suman 14 -, el rendimiento de los estudiantes colombianos viene decreciendo. En el sistema educativo ha primado la visión efectista, que premia la acumulación caótica de conocimientos por el alumno, sin tener en cuenta sus motivaciones ni sus realidades. Se pretende homogeneizar los resultados medidos por indicadores desde arriba, pero sin mirar los cimientos sobre los que están sostenidos los estudiantes.
Una propuesta de nuevo sistema educativo en Colombia debe partir del cambio de paradigma en la formación del sujeto (Peña, Wilmar, 2007). Un sujeto en permanente redefinición, que acepte el cambio como una situación normal y permanente en su vida, que aprenda a aprender, con capacidad de desarrollar conocimiento autónomo, y funcional a un proyecto de país amplio y diverso.
