Desde hace más de una década MinTIC, a través del programa de Computadores Para Educar, CPE, emprendió la difícil tarea de formar a los docentes de colegios públicos los rincones más apartados del país en el uso de tecnologías con la idea de “contribuir al mejoramiento de la calidad educativa, y la reducción de brechas sociales y regionales del país”. Si bien el eje de CPE ha sido la dotación de infraestructura, primero con equipos viejos reacondicionados que volvían a cobrar vida en las escuelas y en los últimos años con portátiles y tablets, la formación pedagógica siempre ha estado presente. Aunque a nadie sorprende ya las fotos del ministro Diego Molano entregando tabletas, pocas fotos nos muestran como los profesores y los estudiantes incorporan esos equipos en sus aulas.
Las grandes críticas al proyecto de CPE se han centrado en problemas relacionados con la infraestructura. Al comienzo era usual escuchar la broma que el programa debía llamarse Computadores para Arrumar: los equipos reacondicionados no funcionaban como lo esperaban sus usuarios, eran lentos, no se podían actualizar, no soportaban instalar nuevos programas, se dañaban y no podían ser arreglados fácilmente y terminaban arrumados. En los últimos años estas críticas han cambiado a las preguntas necesarias sobre la sostenibilidad del programa, particularmente pensando los problemas de la obsolescencia de los portátiles y tabletas, la falta de conectividad de algunas regiones y la carencia de recursos educativos que puedan ser utilizados libremente por los profesores en sus clases.
A pesar de las críticas, lo cierto es que en decenas de miles de colegios hay cientos de miles de equipos que bien utilizados pueden generar cambios importantes en la educación. Al final es en día a día del aula y en la utilización de estos equipos con sentido pedagógico donde reside la transformación. Sin embargo, si se revisan los informes del avance en la formación de docentes el TIC, el programa se ve reducido a cifras: número de instituciones educativas alcanzadas, número de equipos entregados, número de docentes formados. No hay indicadores relacionados con el proceso pedagógico. Una de las carencias que ha tenido el programa es el seguimiento del trabajo de los profesores y en especial el acompañamiento en el proceso de implementar las TIC en sus aulas, con sus estudiantes en contextos específicos.
Mientras los indicadores de éxito que plantea el gobierno estén pensados en cifras de cobertura y no en términos pedagógicos poco se sabrá si como proceso CPE está funcionando. Un profesor que recibe una capacitación no se convierte al siguiente día en un experto en uso de TIC en el aula. Puede conocer las herramientas pero aún no ha explorado como estas apoyan su proceso. Las preguntas pertinentes deberían ser por las metodologías que construyen los maestros con las herramientas TIC, cómo emplean en las aulas estas tecnologías, si producen recursos para y con sus estudiantes. Las respuestas a estas preguntas deberían ser parte del seguimiento del trabajo de los profesores y el en especial del acompañamiento en su proceso de implementar estas tecnologías en sus aulas, con sus estudiantes en contextos específicos. Sin embargo esta es una de las grandes carencias que ha tenido CPE.
Las reflexiones anteriores son fruto de mi encuentro con un grupo de profesores del suroccidente colombiano la semana pasada en el Encuentro CoKrea 2015. Cokrea nace como un proyecto de investigación independiente, cuyo objetivo es explorar metodologías para construir Recursos Educativos Abiertos – REA – con algunos profesores que ya habían pasado por procesos previos de formación en TIC. El foco del proyecto está en lo abierto. La característica que distingue los REA de otros recursos se concreta en el hecho de tener una licencia que permite el uso, modificación, transformación y distribución de estos recursos.
Para construir los REA se exploraron no solo herramientas sino metodologías, se alentó la reutilización de otros REA elaborados por otros, se propició el trabajo en grupo de maestros y se fomento una mirada crítica que sustentara la selección de licencias abiertas para garantizar que los REA producidos fueran realmente abiertos no solo de acceso público.
El proceso, que se presentó durante un evento de dos días en Popayán permitió reconocer una riqueza inesperada. No solo ver los recursos como un producto del proyecto sino ver el proceso de los docentes. La sorpresa fue encontrar maestros que no solo saben utilizar la tecnología, sino que reconocen y se preocupan por sus implicaciones y que desde ahí se plantean como construir sus propios recursos. En el ejercicio se evidenciaban permanentemente sus posturas frente a su participación en una sociedad donde el conocimiento circula y se construye permanentemente.
Ya que la pregunta por lo abierto llevó al uso de licencias creative commons y las reflexiones subsecuentes sobre los derechos de autor, la necesidad de reconocer los créditos del trabajo de otros y a la crítica sobre como a veces las prácticas educativas colisionan con las imposiciones legales fue interesante ver como esas preguntas también cobraban sentido para los estudiantes.
Por eso, cuando en el Encuentro CoKREA, una docente que trabaja en Puracé, en el alto Cauca contaba que sus estudiantes ya les dicen: “Profe… ¿Y usted sí puede usar esa imagen ahí?”, vemos que hay un camino que si estamos recorriendo. No el de los indicadores, sino el de la transformación de las prácticas en el aula, el reconocimiento de las necesidades y saberes del otro
y sobre todo la construcción de aprendizajes significativos.
@mapisaro
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