Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, el juego del hoy senador Álvaro Uribe Vélez está en riesgo. No es que Trump vaya a virar 180 grados la política exterior estadounidense en Colombia, pero los padrinos políticos de Uribe están simplemente acabados y hay un nuevo jefe en el mundo.
Los Clinton y su fundación dejarán de percibir «aportes» por cientos de millones de dólares producto de su lobby internacional. Hillary no será invitada nunca más a dar discursos en Goldman Sachs. ¿Por qué la invitarían? Ya no tiene ninguna influencia ni valor agregado. Ella no logró algo que parecía un juego de niños, a pesar de todos los medios que desinforman y el apoyo de los bancos: ser presidenta de los Estados Unidos de América. Los Clinton son unos cadáveres políticos.
Los Clinton fueron muy amables en venir a Colombia durante el segundo mandato presidencial de Uribe; su intención era hacer lobby para uno de los aportantes de su fundación, se entrevistaron personalmente con el presidente, le pidieron el «favor» de ayudar a su filantrópico amigo Frank Giustra y así sucedió: le dieron permiso de explotar madera en el Chocó.
La fama de Hillary como amante de la guerra es amplia y bien documentada. Ella aconsejó a Bill destruir Yugoslavia y como secretaria de Estado su «prontuario» no desmejoró: sobresalió su actuación en Libia. Sí, en Libia; el país con uno de los mayores índices de desarrollo social y económico de África fue destruido, literalmente, para llevar la democracia, ese tipo de democracia que a cierto senador le gusta aplicar en nuestras tierras. Eran tal para cual.
Ahora que a Hillary le tocó jubilarse y quizá dedicarse a tejer suéteres, el senador Álvaro Uribe tendrá que moverse rápido. No es de extrañar que, después de las elecciones estadounidenses, en Colombia haya empezado un plan pistola contra líderes sociales y sabotear la paz en el país no sea un mero asunto local: hoy por hoy, nuestra estabilidad política depende de las órdenes del norte y estas van a cambiar.
Desde el 9 de noviembre de 2016, día posterior a las elecciones presidenciales estadounidenses, The Washington Post informó de la activación de un plan pistola en el terreno del Estado Islámico —Al Qaeda, Dáesh o como quieran llamar a estos genocidas— que ha resultado en el asesinato en Siria e Irak de muchos altos mandos. ¿Casualidad? Tan casual como el plan pistola de los líderes sociales en Colombia (y en las mismas fechas).
Estos son claros indicios de que los estadounidenses intentan deshacerse de algunos elementos molestos que podrían hacer quedar mal parado a Obama y a su belicista administración. Ya lo hicieron en el pasado: con Noriega en Panamá, Sadam en Irak y ¿Uribe en Colombia? En su momento, ellos fueron aliados indispensables y los sacaron por la puerta trasera de la historia cuando su «misión» finalizó.
La paz es un negocio; uno enorme que introducirá toda clase de corporaciones, las cuales vendrán a explotar recursos en los territorios olvidados. Hay que recordar que nuestra soberanía es y ha sido siempre nula; el tutelaje al que nos hemos sometido viene desde los inicios de la república. ¿Parece una afirmación paranoica y «conspiracionista»? ¿Por qué vino John Kerry a apoyar la firma de la paz en Cartagena? ¿Por qué Kerry pidió destrabar el proceso después del plebiscito en el que ganó el NO? ¿No es acaso una muestra de cómo nos gusta ser tutelados?
Senador Álvaro Uribe: tenga cuidado. Parece que sus días de idiota útil del norte están contados. Usted puede torpedear el proceso de paz todo lo que quiera, aunque, a pesar de su empeño, la fuerza de la historia pasará sobre usted. Abandone esa posición de macho alfa, porque en el panorama global usted es un simple vasallo. No subestime la capacidad estadounidense de sacar del camino a los elementos incómodos. Usted se está entrometiendo en los planes del norte y en ellos usted no está incluido.
A los estadounidenses no les gustó el giro político que dio Suramérica durante su gobierno y ahí estuvo usted, fiel a su vasallaje. Hizo todo lo que pudo para sabotear los intentos de otros pueblos por cambiar de dirección política y lo hizo muy bien. Le pregunto: ¿qué va a ofrecerle a Donald Trump para seguir vivo políticamente? ¿Va a reactivar la guerra para impulsar a su candidato como un nuevo salvador y vender la posibilidad de paz por las malas? Al nuevo presidente de los Estados Unidos no le interesa mezclar negocios con balas como a usted. El 2 de diciembre de este año, usted será, así como Bill y Hillary Clinton, un cadáver político, porque, en las calles, ese pueblo que usted dice representar y defender, le quitará la máscara y lo enterrará de la arena política.